Cada vez es más frecuente que pacientes que acuden a consultas se hayan sometido previamente a inyecciones de procedencia dudosa, advierte el doctor Patricio Covarrubias, de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica. Se trata de un problema de salud pública que ya es reconocido por su gravedad en otros países, como Colombia y Argentina.
Se comercializan como productos con fines estéticos, de rápida recuperación, que no generarían dolor o molestias aparentes. Así, atraen a personas poco informadas, o que quieren realizar cambios en su apariencia a toda costa. Pero tarde o temprano quienes usan biopolímeros se dan cuenta de que se expusieron a un riesgo innecesario.
Los biopolímeros son un grupo de productos irreabsorbibles (como aceites o aceites industriales), que originalmente fueron aplicados en una zona específica (como glúteos o mamas) y que pueden ir migrando a los tejidos cercanos, causando deformidad, inflamación e incluso infecciones graves en los casos más severos. Debido a la naturaleza de estos productos, es imposible eliminarlos de manera completa ya que están íntimamente ligados a los tejidos del paciente. “No hay vuelta atrás para ellos, quienes comienzan una tortuosa enfermedad crónica que los acompañará por siempre, pese a todos los esfuerzos médicos y quirúrgicos que puedan intentar”, comenta el doctor Patricio Covarrubias, secretario general de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica.
Aunque no hay cifras exactas de la cantidad de casos en Chile, “en una consulta es cada vez más frecuente ver a pacientes que han sido sometidas a todo tipo de inyecciones de dudosa procedencia”, explica el doctor. “Vemos todo tipo de personas quienes, buscando mejorar su apariencia, se ven engañadas y engañados por gente inescrupulosa sin siquiera estudios en Medicina, que inyectan estas sustancias en lugares no habilitados ni regulados por la autoridad sanitaria”, agrega.
Situación regional
Gustavo Schenone es doctor en Medicina, médico cirujano y especialista universitario en Cirugía Plástica (UBA). Según sus investigaciones, la cantidad de personas afectadas por el uso de biopolímeros solo en Buenos Aires (Argentina) ascendería a 30.000 pacientes. “En Latinoamérica se calcula que varios millones de personas se habrían inyectado siliconas o aceites industriales para modificar la forma de su cuerpo”, comenta.
Se trata, advierte, de “una gravísima situación de salud pública nacional (argentina), latinoamericana y mundial de la cual no se habla. Tal vez porque afecta y mata a los más pobres; a la población más vulnerable, los marginales, sin instrucción y sin voz”.
En la misma línea, el doctor Carlos Alberto Ríos García, cirujano plástico, estético y reconstructivo con especialización en cirugía de la mano y dedicación especial a tratar pacientes víctimas de inyecciones de biopolímeros en Colombia, comenta que la situación en su país en esta materia “es cada vez más grave”. “Cada vez es mayor el número de víctimas reportadas por causa de inyección de biopolímeros. Pacientes que fueron inyectadas hace más de 20 años con sustancias aparentemente inofensivas (vitamina C, células expansivas, PMMA, entre otras), pero que actualmente padecen múltiples afectaciones de salud porque el producto que le inyectaron está provocando cada vez más daños en el organismo. La mayoría de estos pacientes, con cuadros avanzados de degeneración de tejidos, dolores e inflamación crónica y demás síntomas del síndrome de ASIA”.
“Lo más alarmante de este tema es que, en el último año, pese a los esfuerzos que llevamos a cabo por mostrar las consecuencias de estas inyecciones y crear contenido de valor preventivo, es cada vez mayor la cantidad de publicidad en internet y redes sociales promoviendo la inyección de sustancias para aumentar el volumen de los glúteos y otras partes del cuerpo… La preocupación más grande es que el problema no acaba y probablemente no acabará mientras más manos inescrupulosas sigan aplicando sustancias con la promesa de aumentar o dar volumen a partes del cuerpo sin riesgo alguno”, agrega el experto.
En la misma línea, el doctor Gustavo Schenone sostiene que una preocupación extra para lidiar con este problema es que hay un importante subregistro de los casos. “Primero, debido a la poca participación e interés de los gobiernos del mundo para obtener cifras oficiales de afectados. Segundo, porque muchas personas sufren el padecimiento en silencio para no verse afectadas por críticas y cuestionamiento de su entorno familiar y social”, explica.
Qué hacer al respecto
Todos los doctores consultados para esta nota hacen hincapié en que la crisis de biopolímeros requiere contar con un esfuerzo por educar a la población sobre el uso de estos y sus riesgos.
“Las enfermedades producidas por la inyección de siliconas, parafinas u otras sustancias para modificar el contorno corporal, se encuadran dentro de las enfermedades evitables y prevenibles a través de la educación, informando a la población sobre las consecuencias médicas que tiene la inyección de estas substancias en el organismo. Estando en presencia de una de las pocas enfermedades erradicables, tenemos la valiosa oportunidad y el compromiso de contribuir a la salud mundial a través de la prevención, la cual es sinónimo de educación”, comenta el doctor Gustavo Schenone desde Argentina.
En ese sentido, el doctor Carlos Alberto Ríos García, brinda una serie de recomendaciones a los pacientes: primero, el sentido común. “En el caso de las inyecciones de ácido hialurónico en el rostro (en manos expertas) se utilizan pequeñas cantidades para justamente rellenar o dar volumen a determinada área del rostro. Son centímetros cúbicos, no grandes cantidades y su efecto sólo será por máximo 12 meses e incluso un poco más. El efecto no es permanente y es un procedimiento muy costoso. En cambio, los procedimientos para agrandar los glúteos que actualmente publicitan en redes sociales, tienen efecto permanente, o eso es lo que prometen”.
“He ahí la importancia de investigar siempre antes de someterse a procedimientos invasivos y en ese mismo proceso tener en cuenta estos aspectos que he mencionado. Evalúen este escenario: si el ácido hialuronato tiene un efecto de 12 meses y una sola jeringa es costosa, imaginen lo costoso que debe ser rellenar un glúteo. ¿Cuántas jeringas se requerirán? ¿la persona gastará grandes cantidades de dinero en algo que sólo durará meses? ¿Esto concuerda con el valor del procedimiento que me están ofreciendo?”, detalla.
“La mejor recomendación y exhortación a los pacientes es: investigar muy bien, acudir a clínicas de renombre con profesionales altamente calificados, preferiblemente un cirujano plástico que pertenezca a la sociedad de cirujanos plásticos de su país, preguntar, cerciorarse de cada detalle de su procedimiento estético para que más adelante las consecuencias no sean devastadoras”, añade el doctor.
Exhortación a los gobiernos
Ante la ausencia de respuestas oficiales sanitarias, en varios países de al región se llegaron a crear asociaciones de pacientes afectadas, incluyendo Venezuela, Colombia, Perú y México, que reclamaron y llamaron la atención de la sociedad acerca de su padecimiento, redactando leyes que prohíben el uso con fines estéticos de las substancias de relleno.
Sin embargo, queda un largo camino en esa materia. Algunas comunidades se sienten particularmente ignoradas al respecto.
Como explica Ignacia Oyarzún, abogada y activista trans y coordinadora de legislación y políticas públicas de OTD (Organizando Trans Diversidades), “la omisión por parte del Estado de garantizar una salud pública en esta materia trae consecuencias fatales para nuestra comunidad, que se ha visto expuesta a la violencia y ha visto en este tipo de procedimientos informales una forma de poder escapar de la violencia en su contra. Pero eso ha traído consecuencias fatales para muchas personas de nuestra comunidad que han buscado una feminización corporal instantánea, que muchas veces las protege de crímenes de odio por tener el cis passing o pasar como una personas cis género en este caso”.
En su opinión, mientras no haya una medida por parte del Estado al respecto, esta problemática no cesará, ni para la comunidad trans, ni para otras personas “porque este tipo de procedimientos se siguen realizando y tampoco hay conciencia dentro de nuestras comunidades de las consecuencias que traen este tipo de inyecciones”.
En Chile, todavía no hay una legislación que regule el uso de biopolímeros. El doctor Patricio Covarrubias comenta que “legislar respecto a este tema es fundamental y de mucha ayuda sería el que lo antes posible se apruebe en el Senado la ley que ya se aprobó en la Cámara de Diputados que regula las cirugías de embellecimiento estético que busca proteger a las y los pacientes que deciden operarse”.
Los otros doctores también exhortan a los gobiernos y autoridades de salud a diseñar políticas y leyes que prohíban el uso de las substancias de relleno no aprobadas con fines estéticos y a condenar a las personas que incurran en esta conducta delictiva a través de ofertas engañosas para captar “clientes”. Asimismo, hacen énfasis en que los medios de comunicación deberían participar directamente y de forma notoria, limitando estos contenidos y concientizando a los usuarios sobre este problema.