Según cifras oficiales proporcionadas por la Sociedad de Cirujanos Plásticos de Chile, en nuestro país se realizan 18 mil intervenciones al año, siendo las más populares la lipoescultura, rinoplastia y aumento de busto.
Se trata de cirugías voluntarias, donde el foco del paciente está en lo estético. Pero cada una de estas visitas al pabellón están lejos de ser totalmente seguras, si no se consideran tres recomendaciones básicas: estar bajo la observación de un médico acreditado, asistir a un recinto clínico que cumpla con la norma establecida y verificar que el procedimiento y los especialistas cuentan con la certificación correspondiente.
Este es el caso de Carolina Oliva, quien se sometió a una operación para reducir su abdomen en una clínica de barrio en la comuna de Cerrillos. ¿El resultado?, marcas en su cuerpo, dolores y complicaciones post operatorias que, según señaló, le han hecho vivir una verdadera pesadilla.
Según relató a CHV Noticias, una vez que vio que su faja abdominal estaba llena de sangre, se dio cuenta que algo andaba mal.
Su caso se suma al de una chilena que falleció tras someterse a una intervención en Cali, Colombia. Se trata de Lorena Reyes de 48 años, quien llegó hasta un centro de salud para someterse a varias intervenciones, la que finalmente terminaron con su vida.
Por eso, el cirujano plástico Claudio Thomas, advirtió sobre los peligros de someterse a intervenciones de este tipo en recintos mal equipados, que no cuentan con las condiciones básicas para ayudar a un paciente que entre shock.
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